El marco geográfico de la zona hacen a estas tierras ideales para el cultivo de la uva más importante de la D. O.: la uva Monastrell, a partir de la cual se obtienen tintos de color rubí intenso, con tonos violetas, abundantes aromas frutales, franco en nariz, cálidos en boca, con una graduación media de entre 12 y 14 grados, habiéndoles reducido la oxidación para lograr unos buenos vinos jóvenes, crianzas o reservas.
Otras variedades son la Garnacha, la Garnacha tintorera y la Cencibel, utilizada para fabricar rosados, color rojo cereza, con aromas frutales muy vivos, plenos y frescos en la boca. Recientemente también se han admitido las variedades Cabernet Sauvignon y Tempranillo.
Los vinos blancos se elaboran a partir de las variedades Airén, Pedro Ximenez o Macabeo, obteniéndose unos vinos color pajizo dorado, con aromas vivos, frutales y fragantes, equilibrados en boca, redondos.